El día que atendí una “posesión demoníaca”… y resultó ser hipoglucemia
- Dr. Julio Enrique López Ruigómez
- 4 sept
- 3 Min. de lectura

Soy médico general desde hace varios años y, como a muchos de mis compañeros, me tocó trabajar en comunidades pequeñas o en zonas rurales, he visto de todo: desde curanderos con mucha fe, hasta diagnósticos que pasan de lo paranormal a lo científico con solo un pequeño análisis de sangre y un pinchazo en el dedo.
Esta historia ocurrió un martes por la mañana, en uno de esos días que parecía tranquilo... hasta que entró corriendo al consultorio un señor desesperado:—¡Doctor! ¡Venga rápido! ¡A mi suegra la agarró un demonio!
Cualquiera pensaría que estaba exagerando, pero al llegar a la casa me encontré una escena digna de película: la señora de unos 60 años estaba en el piso, con los ojos en blanco, sudando profusamente, mientras murmuraba cosas incoherentes entre dientes. Alrededor, la familia rezaba con una estampita de San Benito, un rosario, y alguien ya había marcado al sacerdote del pueblo.

—¡Ya viene el padre! —me dijo una de las hijas—. ¡Pero díganos si hay algo que usted pueda hacer mientras!—Sí, claro —respondí mientras sacaba mi glucómetro del maletín—. Vamos a ver si el demonio tiene nombre.
Pinché el dedo de la señora y en la pantalla apareció el resultado: 32 mg/dL.—Ajá… demonio detectado —dije en voz baja—. Se llama hipoglucemia severa.
¿Qué es la hipoglucemia?
La hipoglucemia ocurre cuando los niveles de glucosa en sangre caen por debajo de los valores normales, generalmente menos de 70 mg/dL. Puede suceder por varias razones, pero en pacientes con diabetes, especialmente quienes usan insulina o ciertos medicamentos, es más frecuente.
Los síntomas pueden incluir:
Sudoración excesiva
Temblor
Confusión mental
Palpitaciones
Mareo
Visión borrosa
Hambre intensa
Cambios de comportamiento o irritabilidad
Y en casos severos:
Convulsiones
Inconsciencia
E incluso coma
Lo curioso es que estos síntomas, vistos desde fuera por alguien sin conocimiento médico, pueden parecer... bueno, posesiones.

¿Y qué hicimos?
Nada de agua bendita. Solo glucosa. Le administramos una solución azucarada por vía oral —gracias a que aún tenía reflejo de deglución— y en menos de 10 minutos, la señora abrió los ojos y preguntó con toda calma:—¿Qué pasó? ¿Ya llegó el padre?
—No, señora —le dije con una sonrisa—. Aquí el único espíritu que la afectó fue el bajón de azúcar.
¿Cómo prevenir estos sustos?
Nunca se salte comidas. Especialmente si tiene tratamiento para la diabetes.
Evite el alcohol sin comer. Puede interferir con la producción de glucosa.
Monitoree sus niveles si tiene diabetes. Use el glucómetro y lleve un registro.
Conozca los signos tempranos. Si empieza a sentirse raro, mejor revisar la glucosa.
Lleve siempre una fuente rápida de azúcar: caramelos, jugo o tabletas de glucosa.
Tenga un plan de acción si usa insulina o medicamentos que pueden bajarle el azúcar.
¿Y el médico?
Tener un médico general que conozca su historia clínica, que revise su tratamiento con regularidad, y que esté disponible para estos casos “extraños” puede ser la diferencia entre una visita al consultorio… y una a la sala de urgencias. O, como en este caso, evitar que le llamen al exorcista.

Además, el control regular del azúcar no solo previene hipoglucemias, también reduce complicaciones graves como infartos, daño renal o pérdida de la vista.
Desde aquel día, en ese pueblo la gente ya no me llama “el doctor”, sino “el que sacó al demonio con un azúcar ”. Y la señora, cada vez que me ve, me ofrece una galleta como broma y recordatorio.—Para que no me vuelva a pasar, doctor —me dice. Yo le sonrío. Pero por si acaso… siempre traigo el glucómetro a la mano.
¿Te gustó esta historia? ¡Compártela! Y si tú o algún familiar vive con diabetes, recuerda: el “demonio” se puede prevenir con información, seguimiento médico y un poco de azúcar en el momento correcto.
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